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Perfiles NBA: Phil Jackson, el señor de los anillos

Phil Jackson es considerado el mejor entrenador de la historia de la NBA.
Phil Jackson supo aprovechar al máximo a Michael Jordan y Kobe Bryant, los dos mejores escoltas de la NBA (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

Phil Jackson fue uno de los mejores entrenadores de la historia de la NBA. A pesar que llamativamente sólo recibió un premio al coach del año, ganó 11 títulos en el cargo y otros dos como jugador. Además, supo ser un líder idóneo para al menos seis de los 75 mejores jugadores seleccionados por la NBA.

Si bien puede parecer ‘fácil’ al contar con tres de los mejores jugadores como Michael Jordan, Kobe Bryant y Shaquille O’Neal, esto está lejos de ser así. Una de las herramientas distintivas de un entrenador respecto de otro es el manejo de egos y de grupos. La  mayoría son grandes conocedores del deporte en el máximo nivel. Jackson demostró ser capaz de manejar a los jugadores ultra competitivos y con personalidades más fuertes -o marcadas- durante toda su carrera.

EL INTERÉS POR LOS ORÍGENES

Phillip Douglas Jackson nació el 17 de septiembre de 1945 en Deer Lodge, Montana. El hijo de Charles y Elisabeth creció en un ambiente sumamente ligado a la religión, más precisamente al protestantismo. El menor de los cuatro hermanos vio como sus padres llegaron al cargo de ministros dentro de las ‘Asambleas de Dios’. Así, creció en un ambiente extremadamente conservador en el cual había muchas limitaciones a su temprana edad. La televisión y los bailes estaban prácticamente prohibidos, mientras que la presencia en la iglesia cada domingo era obligatoria.

El escenario fue marcando la trayectoria de Jackson. El entrenador creció en un ambiente rodeado de menonitas y forjó una gran pasión por la historia de los nativos en Estados Unidos. Aprendió sobre sus prácticas, culturas y tradiciones. Esos aprendizajes, la manera de conectar de las distintas tribus, guiaría su vida como su manera de conducir grupos. También, realizó varias clínicas deportivas en Pine Ridge Reservation, Pensilvania, donde se encuentra una reserva indígena Oglala Lakota.

Cuando era adolescente se mudó a Willinston, North Dakota, donde forjó su camino hacia la NBA. Llamativamente el básquetbol no fue su único deporte favorito durante su etapa universitaria. Practicó fútbol americano y béisbol. Sin embargo, sus 2,03 metros, la experiencia de su madre como jugadora y sus brazos extremadamente largos decantaron el camino hacia el básquetbol. Fue reclutado por la Universidad de North Dakota, donde jugó tres años en la División 2 de NCAA.

Phil Jackson no era un jugador deslumbrante, pero era atractivo. No era talentoso para los estándares elitistas de la liga; aunque era un ala-pivote con gran visión de juego y un defensor aguerrido capaz de ejecutar buenos marcajes tanto en el perímetro como en la pintura. Una combinación difícil de conseguir, con un estilo de juego muy similar al de Dennis Rodman. Un buen paso por el básquetbol universitario le permitió despertar el interés de los New York Knicks. La franquicia se hizo con sus servicios con el 17° puesto del Draft 1967.

UN HOMBRE ADORADO EN LA GRAN MANZANA

Phil Jackson jugó 10 años en los Knicks y otros dos en los Nets.
Phil Jackson logró dos títulos con los Knicks en su carrera como jugador (FOTOGRAFÍA gentileza New York Times).

Los Knicks nunca pudieron estar a la altura de sus enormes expectativas al estar localizados en New York, la meca del básquetbol estadounidense. Sin embargo, por mayor causalidad que casualidad, los mejores años de la franquicia coincidieron con la presencia de Phil Jackson.

El ala-pivote llegó junto a un histórico como Walt Frazier en aquel Draft de 1967 y fue el suplente de otro legendario como Willis Reed. Además, un año más tarde, supo ser el complemento ideal para el recambio del tándem de Reed y Dave DeBusschere. Su impacto fue inmediato por su sacrificado trabajo en el costado defensivo. Ofensivamente no se destacó (6,2 puntos y 0,7 asistencias), pero su marcaje lo llevó a integrar el quinteto ideal de novatos. El equipo lo completaron Frazier, Earl Monroe, Bob Rule y Al Tucker.

Jackson rápidamente se volvió uno de los jugadores favoritos de los fanáticos de los Knicks. Su dureza, agresividad y resiliencia forjaron una combinación irresistible. El fanático se sintió representado ya que era la manera de mantener el ritmo en una ciudad de tiempos acelerados como Nueva York. Además, se mostró como el jugador acorde a los dichos de todo entrenador. Solidario en ataque y sacrificado en defensa, siempre anteponiendo al colectivo sobre el individuo. Esto llevó a Red Holzmancoach de los Knicks por aquel entonces, a decirle que debería considerar esa carrera cuando finalizase su paso como jugador.

La carrera del ala-pivote se vio marcada por los problemas de espalda. Luego de un buen primer año, jugó apenas 43 partidos de la segunda y se perdió la tercera en su totalidad. A la par de esta última, en la campaña 1969-70, la franquicia consiguió su primer título al vencer 4-3 a los Lakers en las finales. Ese equipo, el 8 de enero de 1997, fue seleccionado como uno de los 10 mejores planteles de la historia de la NBA. El oriundo de Deer Lodge recibió el anillo de campeón por estar con el plantel a pesar de no tener ni un minuto en cancha.

No obstante, la revancha llegó tres años más tarde. Luego de una eliminación en primera ronda y una aparición en las finales de conferencia al año siguiente, Jackson pudo ser parte del plantel campeón en la 1972-73. Integró un equipo que fue el que menos puntos recibió por noche y que supo castigar de contraataque. La franquicia dominó a Baltimore Bullets (4-1) antes de tener su revancha frente a los Boston Celtics (4-3) para volver a la definición. Nuevamente el rival fue Los Ángeles Lakers, que abrió la serie con un triunfo ante su gente.

Sin embargo, Jackson tuvo su mejor partido de Playoffs en el segundo asalto: 17 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias en 27 minutos. Esa noche tuvo que suplir a DeBusschere, quien tuvo problema de faltas. Controló a Wilt Chamberlain, quien terminó con apenas cinco unidades en 48 minutos. El 99-95 en el Forum de Los Ángeles dio el envión al equipo de Holzman, que ganó los siguientes tres juegos para sellar los títulos.

La mejor producción de Jackson en una temporada sucedió en la 1974-75. Mantuvo medias de 10,8 puntos, 7,7 rebotes, 1,7 asistencias, 1,1 robos y 0,7 tapas en 29,3 minutos. No obstante, el pico de su carrera coincidió con el ocaso de unos Knickerbockers que apenas pudieron acceder a Playoffs. Disputó otras cinco temporadas, tres con los neoyorquinos y dos con los New Jersey Nets, antes de despedirse de la actividad profesional en 1980.

UN NUEVO CAMINO PARA VOLVER A LA NBA

Jackson trabajó cinco años en la liga de Puerto Rico.
Arriba, a la derecha y vestido de blanco, Phil Jackson listo para dirigir a Isabella en Puerto Rico (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

Convencido por las palabras de Red Holzman, Jackson se dedicó al trabajo de entrenador apenas dejó de ser jugador. Tras dos años de estudios y formación, optó por ganar experiencia en otras ligas. Asumió como el director de Albany Patroons, equipo de la Conference Basketball Association, una liga estadounidense menor que funcionó hasta el 2009 -perdió lugar ante la creación de la G-League-. Lo dirigió entre 1982 y 1987, con un título y premio al entrenador del año en 1984. Además, a excepción de su primer año -y el primero del equipo-, siempre estuvo en la disputa por decir presente en las finales del certamen.

A la par de su éxito en la liga menor estadounidense, también trabajó en Puerto Rico. Tuvo pasos por Piratas de Quebradilla (1984; 1987) y Gallitos de Isabella (1984-87). Allí no logró alzarse con el título, pero forjó equipos similares al estilo de juego que tenía cuando era jugador. Eran combinados duros, muy físicos en defensa y con una marcada tendencia al goleo rápido de contraataque.

El gran paso de Jackson en ambas ligas despertó el interés de scouts de la NBA. Si bien tuvo varias posibilidades de sumarse a distintas franquicias, estas no terminaban accediendo a fichar al entrenador. El método de Phil Jackson incluía sesiones de yoga al finalizar prácticas y realizaba un trabajo serio sobre la mentalidad de los jugadores. Señalaba que un jugador sin una buena mentalidad no podía destacarse más allá del poderío físico y talento deportivo. Esas prácticas, sumadas a un estilo de juego que ponderaba lo colectivo sobre lo individual, alejaron a los veedores.

Su salto terminó sucediendo en 1987, cuando Jerry Krause, gerente general de los Chicago Bulls, apostó por Phil Jackson. El dirigente de la franquicia de Illinois encontró en él a un posible diamante en bruto para sacarle el mayor jugo a Michael Jordan. Si bien el ’23’ ya era el mejor jugador de la liga, las batallas con los Detroit Pistons lo habían dejado con las manos vacías. Así, lo fichó para que trabaje como asistente bajo las órdenes de Doug Collins.

TEX WINTER, EL MENTOR DE PHIL JACKSON

Collins nunca se sintió cómodo tras la llegada de Jackson, porque sabía que este era del gusto de Krause. La personalidad espontánea, expresiva y pasional del entrenador se reflejaba en una ofensiva basada en lo que podía generar Jordan. Eso contrastaba con el estilo pensante, controlado y una tendencia hacia el juego colectivo de Jackson.

A la par de este choque interno, el gerente general instó al asistente a aprender de Tex Winter, el otro asistente del equipo. Winter había desarrollado una ofensiva basada en triángulos en sus años con la Universidad de Kansas State. Ésta buscaba formar dos triángulos con el pivote como punto en común entre ellos. Según hacia dónde iban los pases, aparecían una multiplicidad de variantes para poder sacar provecho de cada uno de los cinco jugadores en cancha. Jackson aprendió los principios de esta ofensiva junto a su creador y en un trabajo conjunto perfeccionaron el sistema pensando en poder aplicarla. Pero Collins se negó a hacerlo.

Krause, consciente de lo que había forjado el tándem Jackson-Winter, tomó una decisión difícil. Despidió a Collins, el entrenador favorito de Jordan, para darle lugar a este nuevo estilo de juego. La estrella tardó en aceptar esta idea por parte de un directivo con el cual siempre sostuvo una relación tensa. Si bien confiaba cuando la pelota pasaba por las manos de John Paxson, Scottie Pippen o Horace Grant -quienes aprovecharon al máximo sus habilidades- esto no sucedía con el punto en común de los triángulos: Bill Cartwright. En el ocaso del primer año del nuevo entrenador, tras una fase regular con una marca de 55-27 y una derrota en el séptimo juego de las finales de conferencia del este ante Detroit Pistons, aceptó los beneficios de esta nueva realidad.

EL PRIMER THREE-PEAT DE PHIL JACKSON

La primera de sus seis conquistas con los Bulls llegó al año siguiente. El equipo ya tenía establecidas las bases de la ofensiva, las cuales profundizó, y focalizó el trabajo en el aspecto defensivo. Pasó de recibir 106,2 puntos a sufrir 101,1 tantos por encuentro, ubicándose así como el cuarto mejor equipo en el rubro. Así, el equipo dominó la fase regular con un 61-21, que por aquel entonces fue la mejor marca de la franquicia en su historia.

Esta vez su poderío se acentuó en Playoffs: 3-0 a Knicks y 4-1 a 76ers para volver a encontrarse con los Pistons. Sin embargo, el equipo de Jackson supo aguantar el juego físico de los Bad Boys y mantuvo la compostura para un lapidario 4-1. El maestro Zen había logrado su primer objetivo: darle al equipo el temple necesario para sortear la barrera de las finales de conferencia.

 

Si bien el último rival fue Los Ángeles Lakers de Magic Johnson, no hubo equivalencias. Jordan promedió 31,2 puntos, 11,4 asistencias, 6,6 rebotes, 2,5 robos y 1,4 tapas. Una de las mejores performances en la historia de las finales para firmar su primer anillo de campeón. Ese fue el tercer título de Jackson y su primero en su segunda temporada en la nueva posición.

El primer título fue un alivio para la vida de los Bulls. La franquicia pudo trabajar sin la presión de las expectativas de conseguir el campeonato, profundizó su nivel y dominó a su gusto. Mantuvo la base para mejorar su récord (67-15) en la siguiente campaña; consiguió su segunda conquista con un 4-2 a Portland Trail Blazers en las finales de 1992. En 1993, bajó su rendimiento en fase regular (57-25), pero se alzó con el triplete al superar a Phoenix Suns (4-2). Tuvieron que pasar 25 años para que un equipo no llamado Lakers (1952-54) o Celtics (1959-66) pueda conseguir tres títulos en fila.

 

DECISIONES DIFÍCILES

Chicago se sintió en la cima del mundo hasta el 23 de julio de 1993. James Jordan, padre de Michael Jordan, volvía a su casa después de jugar al golf y decidió detener su auto en una autopista en Lumberton, Carolina del Norte, para descansar. Dos delincuentes dispararon desde lejos y asesinaron a James para robar su vehículo. El 3 de agosto apareció un cuerpo descompuesto en McColl, Carolina del Sur. Diez días más tarde, con las alarmas de la desaparición, el análisis de los dientes del cuerpo demostraron que se trataba de él. Dos meses más tarde, Jordan sacudió al mundo al anunciar su retiro.

Si bien Jordan era irremplazable, la franquicia decidió traer de Europa a Toni Kukoc, jugador que había sido seleccionado con el 29° puesto del Draft 1990. El croata llevaba ocho años como profesional en Europa y era indiscutiblemente el mejor jugador del viejo continente que no estaba en la NBA. Un triplete en Euroliga; tres MVPs de la liga continental; y un currículum plagado de títulos (entre ellos el Mundial de Argentina 1990) justificaba su arribo a Illinois.

A pesar de este arribo, la duda estaba en si el equipo podía retornar a los Playoffs sin su máxima estrella. El triángulo y el juego colectivo dieron sus frutos. El tridente de Pippen, Grant y Armstrong lideró el camino a un 55-27, tan sólo dos triunfos menos que en la campaña anterior. Chicago borró a Cleveland (3-0) en la primera ronda para enfrentar a New York en la segunda.

El rival abrió la serie con dos triunfos en casa, pero Chicago tuvo la oportunidad de igualarlo en su primera presentación ante su gente. El equipo ganaba cómodamente, aunque un flojo último cuarto permitió la reacción del adversario. Pippen tuvo la chance de sepultar el encuentro a 5 segundos del final, pero tomó un triple incómodo que no tocó el aro. En la siguiente acción, Patrick Ewing igualó la historia en 102 con 1,8 en el reloj. Ahí, Phil Jackson tuvo que tomar la decisión de quién tiraría el último tiro y se inclinó por Toni Kukoc. Esto molestó a Pippen, quien decidió no ingresar al parquet para el cierre del encuentro. Ante el asombro de los compañeros, el croata ingresó y conectó un lanzamiento de media distancia que permitió achicar a un 2-1.

 

Como demuestra el video, algo estaba roto. Jackson no festejó el triunfo y el equipo se alegró poco ante el tiro épico del europeo. Puertas adentro, la bomba detonó. El plantel no estaba conforme con lo que hizo el alero; aludió que lo abandonó en un momento clave. La serie terminó en un decisivo séptimo juego en el cual Chicago sintió el roce de este evento. Le faltó cohesión en el momento crucial. El rival terminó avanzando y teniendo la chance de jugar las finales del 1994, aunque estas quedaron en manos de los Houston Rockets.

LA VUELTA MÁS ESPERADA

Tras la muerte de su padre, Michael Jordan optó por jugar al béisbol en ligas menores. “Jordan rides the bus”, un gran 30×30 de ESPN, data su recorrido junto a Birbingham Barons, el equipo filial de los Chicago White Sox. Así, pudo cumplir el sueño de su padre, verlo como un jugador de béisbol profesional. Si bien su talento no fue sobresaliente, su indiscutible ética de trabajo lo llevó a crecer a pasos agigantados durante dos temporadas. Algunos expertos afirman que si hubiese seguido por ese camino, hubiese jugado con los White Sox. Sin embargo, el 18 de marzo de 1995, envió el fax más conocido de la historia: “I’m back”.

El regreso del mejor jugador de todos los tiempos fue una bocanada de aire fresco. Cuando anunció su retorno, el equipo tenía una marca de 34-31 válida para ser el sexto mejor posicionado de la conferencia. Debutó en la temporada la noche siguiente a su comunicado, con sorpresivos 18 puntos, 6 rebotes y 6 asistencias, a pesar de la derrota ante Indiana Pacers en overtime. Desde entonces, el elenco ganó 13 de los últimos 16 encuentros y cerró su paso con un 47-35. Entre esos festejos estuvo un encuentro con 55 puntos para que el Madison Square Garden termine rendido a sus pies a pesar de la derrota del equipo local.

El equipo dominó a Charlotte Hornets (3-1) en la primera ronda, pero luego chocó con la realidad ante el Orlando Magic (4-2). El equipo de Florida, de la mano de Shaquille O’Neal, Penny Hardaway y un dolido Horace Grant, expuso las falencias de Chicago para provocarle la única eliminación de Playoffs entre 1991 y 1998. Houston Rockets, al igual que el año anterior, acabaría con los sueños del equipo que eliminó a la franquicia.

DENNIS RODMAN, EL BAD BOY MIMADO POR PHIL JACKSON

Dennis Rodman, el reflejo de Phil Jackson.
Phil Jackson se sintió representado por Dennis Rodman y lo trató como a un hijo (FOTOGRAFÍA gentileza de Sporting News).

Las eliminaciones ante los Knicks y el Magic en 1994 y 1995, respectivamente, habían dejado tela para cortar. Más allá del regreso de Jordan, en ambas series habían padecido a interiores potentes como Ewing y O’Neal. Además, en el caso de medirse con los bicampeones Rockets, debían hallar la manera de controlar a Hakeem Olajuwon. Como si todo esto fuese poco, Bill Cartwright había pasado un año en los Seattle Supersonics antes de retirarse. Sin grandes nombres y opciones, era necesario hacer un movimiento maestro para saldar la necesidad.

La única opción viable apareció en la mente de Phil Jackson: Dennis Rodman. El entrenador debía convencer a Michael Jordan y Scottie Pippen que aquel jugador que tanto los había golpeado en sus batallas con los Pistons era la mejor opción para retomar el dominio. Jordan titubeó, pero aceptó. Pippen, que en 1991 había recibido una falta durísima del Gusano, no estaba convencido. Antes de arreglar el traspaso de Will Perdue a San Antonio para hacerse con los servicios de Rodman, organizó una cena privada con los tres miembros en la casa de Jerry Krause. Cada parte esgrimió lo suyo, aunque Jackson le pidió a Rodman que le pida disculpas al alero por aquel cruce. Dennis le hizo caso y allí se forjó el tridente más temible de la historia de la liga. Esta historia fue contada por Jack Silverstein en 2016.

Desde entonces, Phil Jackson tuvo la misión de controlar a Rodman. El ala-pivote de los 90′ señaló en The Last Dance (2020 – Netflix), que esto fue mucho más fácil de lo que todos esperaban por el dominio de grupos que poseía. El entrenador se vio reflejado en el ex Pistons, nunca lo presionó a ser amigo de los otros dos estelares y logró que el resto del plantel entienda que cada persona merecía un trato diferente. Para el rebelde, era ofrecerle libertades. Libertades que el mismo Jackson ansiaba tener en su época junto a una familia religiosa y alcanzó durante su época de jugador.

El canje dio sus beneficios rápidamente. Chicago tuvo la mejor temporada de la historia con una marca de 72-10, que se mantuvo como el mejor récord de fase regular hasta el 73-9 de los Golden State Warriors en 2016. A diferencia del equipo conducido por Steve Kerr, que integró el plantel de los Bulls, el elenco de Illinois se alzó con el título sin mayores discusiones. Un paso letal por el este permitió el regreso a las finales: 3-0 al Miami Heat; 4-1 a los New York Knicks; y 4-0 al Orlando Magic. El rival de la definición fue Seattle Supersonics, que contaba con los espectaculares Gary Payton y Shawn Kemp. Sin embargo, no hubo chance de que ese elenco se quede sin título. Un 4-2 de la mano del flamante trío dio el cuarto título de la era.

La temporada 1996-97 fue muy similar a la anterior. No hubo récord, aunque un formidable 69-12 marcó el camino hacia el primer lugar de la conferencia en la fase regular. Perdieron tan sólo dos juegos en el paso a las finales: 3-0 a Washington Bullets; 4-1 a Atlanta Hawks y 4-1 al Miami Heat. El rival de la definición fue el Utah Jazz, que logró aprovechar su localía para igualar la serie 2-2, pero perdió un crucial quinto encuentro ante su gente. El tan conocido ‘Flu Game’ de Michael Jordan, fue el desnivel que la franquicia necesitó para inclinar la balanza a su favor. Con un Jordan enfermo lograron conseguir un 3-2 que luego ratificaron con un 90-86 en Chicago para su quinta conquista.

 

EL ÚLTIMO BAILE

La temporada 1997-98 arrancó con un aire de drama en Chicago. Jerry Krause sabía que el final del contrato de Scottie Pippen (33 años) estaba cerca y que había tenido una lesión en las finales de 1997. El gerente general también se apoyaba en que el de Arkansas era el menor de los integrantes del trío junto a Dennis Rodman (37) y Michael Jordan (35). Como si fuese poco, Phil Jackson había quedado sin contrato y no contaban con ningún entrenador. Para él había llegado el momento ideal para cerrar la era por la puerta grande y sacar una gran tajada de los contratos próximos a finalizar de sus estrellas.

Esta crisis se acentuó en el período fuera de temporada. La tensa relación entre Jordan y Krause se terminó de romper, mientras que Pippen esperó al inicio de la campaña para operarse de su pie derecho. El tridente, como Jerry Reisendorf (dueño), convenció a hacer un nuevo intento por el título. Así, Krause se vio acorralado a seguir por el camino que él no quería. Accedió, pero con una condición: sería la última temporada de todos ellos en el equipo.

Así, Phil Jackson renovó por un año y planificó la campaña bajo un claro mensaje: ‘El último baile’ (The Last Dance). Durante el período debió lidiar con la ausencia de Pippen hasta el 10 de enero de 1998 y el famoso viaje de Dennis Rodman a Las Vegas para descomprimir la tensión de un pasaje agotador. El equipo tardó en tomar ritmo, pero una vez que lo halló, dominó como en los años anteriores. En los peores momentos, y ante los problemas internos como externos, el entrenador fue el nexo que mantuvo unido al plantel. Desde la vuelta del alero, ganó 38 de los últimos 47 partidos para finalizar con una marca de 62-20, válida para volver a ser el mejor del este en la fase regular.

El inicio de los Playoffs no presentó problemas para la franquicia. Victorias por 3-0 sobre Nets y 4-1 ante Hornets permitieron la tercera aparición en finales de conferencia, la sexta en la era Jackson. Esta vez tuvieron al mayor rival de la segunda etapa de Michael Jordan: los Indiana Pacers. El duelo entre el escolta y Reggie Miller dio el foco a una serie de antaño que debió ir a un séptimo juego.

Nuevamente, Jackson trabajó sobre el cruce y dio sus frutos. Convenció a Jordan y Pippen que para contrarrestar el goleo exterior de Miller había que responder con aciertos desde lejos, por eso el equipo debía confiar en Toni Kukoc y Steve Kerr. Este tándem encajó seis triples para responder a la misma cantidad que combinaron el perimetral y Mark Jackson. Michael Jordan, con 28 puntos, 9 rebotes y 8 asistencias, lideró el 88-83 que permitió el pasaje a las finales.

El sexto título, al igual que el año anterior, fue ante el Utah Jazz. Alternaron victorias hasta el tercer juego, cuando Chicago se presentó ante su gente y logró un 96-54 histórico. Si bien Utah logró achicar a un 3-2 en el quinto asalto, un sexto juego épico y el tiro más recordado de Michael Jordan dieron la sexta sortija. El segundo three-peat de Jackson y el quinto de la historia.

EL PRIMER RETIRO DE PHIL JACKSON

Phil Jackson en el segundo tributo a Michael Jordan. Habría escenario para un tercer regreso (FOTOGRAFÍA gentileza Bleacher Report).

El título no convenció a Jerry Krause, que mantuvo su decisión de desarmar al equipo tras la temporada 1997-98. Phil Jackson se retiró, al igual que Michael Jordan por segunda vez. Scottie Pippen (Houston Rockets); Dennis Rodman (Los Ángeles Lakers); Steve Kerr (San Antonio Spurs) y Luc Longley (Phoenix Suns) tampoco siguieron en el equipo.

Cuando Jackson anunció su retiro casi a la par de Jordan, sacudió al mundo. Uno de los entrenadores más exitosos de la historia abandonaba la práctica profesional. No obstante, durante su último año con los Bulls, en una columna de ESPN The Magazine, había dado detalles de lo que podía llegar a pasar. «Si un equipo como Los Angeles Lakers viene a buscarme y quiere que entrene a un equipo que está listo para ir por un campeonato, ¿qué podría hacer?», redactó para dejar un guiño. Obviamente fue cuestionado por la prensa, pero Jackson aludió que era un hombre del básquet que veía a otros conjuntos y que tenía varios favoritos.

Los Lakers sabían cuáles eran sus intenciones reales y, tras un año sabático, recibió la oferta. Tenía la oportunidad de dirigir a un equipo que quería volver a las épocas doradas tras el retiro de Magic Johnson. El plantel contaba con una dupla tan prometedora como difícil de manejar de Kobe Bryant y Shaquille O’Neal. Así, se embarcó hacia un nuevo desafío para la temporada 1999-2000.

EL REGRESO DEL TRIÁNGULO

Phil Jackson, el padre del éxito del par de Kobe Bryant y Shaquille O'Neal.
Phil Jackson supo sacar lo mejor del dúo Kobe Bryant-Shaquille O’Neal (FOTOGRAFÍA gentileza Mediotiempo).

Phil Jackson intentó reclutar a aquellos jugadores con pasado en los Bulls. Dennis Rodman, que había tenido un paso turbulento por los Lakers, jugó 12 partidos en Dallas antes de retirarse. Michael Jordan mantuvo su postura de retiro ya que tenía el rol de dirigente en los Washington Wizards. Toni Kukoc partió a los Atlanta Hawks y Scottie Pippen, el jugador ideal para acompañar al tándem, se inclinó por los Portland Trail Blazers. Steve Kerr había sido campeón con los San Antonio Spurs en la 98-99 y estaba cómodo allí. Así, el único al que pudo sumar fue a Ron Harper, que había pasado la campaña anterior con la franquicia de Illinois y estaba desesperado por salir de esa situación turbulenta.

Harper no era el jugador más destacado de esos Bulls, pero era un base capaz de ayudar a Jackson en la instauración del triángulo ofensivo. Bryant, como gran conocedor del juego, no tardó en entender la dinámica del nuevo estilo de juego. Así acompañó a Harper en la instrucción. O’Neal fue el pivote que Jackson nunca había tenido y quien le pudo sacar mayor jugo a ser la pieza que unía los dos tríos. Si bien el resto de los jugadores tardó en entender el funcionamiento, los recursos de Brian Shaw, Devean George, Robert Horry, Glen Rice y A.C. Green ofrecieron respuestas ante los desentendimientos.

Los Lakers tuvieron el dominio de esa temporada 1999-00. Ganaron 67 de los 82 partidos de fase regular para quedar a tan sólo cinco festejos del récord de los Bulls, todo esto en el primer año de Jackson. Tuvieron al MVP en Shaquille O’Neal, que promedió 29,7 puntos, 13,6 rebotes, 3,8 asistencias y 3,0 tapas. Además, contaron con un Kobe Bryant letal que terminó décimo en la carrera por el premio al mejor jugador (22,5 puntos, 6,3 rebotes, 4,9 asistencias, 1,6 robos y 0,9 tapas).

Los Playoffs fueron más parejos de lo esperado. Tuvieron que vivir una agónica primera ronda ante los Sacramento Kings, a quienes vencieron en el quinto y definitivo juego de la serie. Luego sortearon a los Suns (4-1) para medirse en las finales del oeste con los Portland Trail Blazers de Rasheed Wallace y Scottie Pippen. Protagonizaron una serie parejísima en la que ninguno de los dos conjuntos tuvo un claro dominio. Wallace estampó el 79-79 a 1:50 del final del séptimo asalto, lo que dio el escenario para una nueva muestra de lo que fue Jackson.

Tras un año y medio de convulsiones, en la que el equipo recibió críticas por el ego de sus estrellas y el flojo nivel defensivo colectivo, el plantel respondió con creces. Por un lado, defendió a un altísimo nivel para concretar una racha de 10-5. Por el otro, el Staples Center estalló con un mítico alley-oop de Kobe para la volcada de Shaq.

 

Los Pacers intentaron amargar a los angelinos, pero no tuvieron chances reales de concretarlo. Tres triunfos en tres presentaciones como local y un agónico 120-118 en overtime en el cuarto juego de la serie permitieron el título. Fue el séptimo de Phil Jackson; el primero del par O’Neal y Bryant; y el 12° de los Lakers.

EL TERCER THREE-PEAT DE PHIL JACKSON

Phil Jackson, el último en ganar un three-peat en la NBA.
Phil, Kobe y Shaq con las manos llenas de historia (FOTOGRAFÍA gentileza de ESPN).

Lo que siguió a esa conquista fueron dos años de dominio por parte de los Lakers. Si bien el récord de la 2000-01 bajó a un 56-26, esto se debió a que Bryant no disputó 14 de los 82 partidos. Cuando llegaron los Playoffs, no hubo equivalencias: 3-0 a Blazers; 4-0 a Kings; 4-0 a Spurs; y 4-1 a los Sixers de Allen Iverson en las finales para conseguir el segundo anillo en la franquicia angelina. Uno de los mejores equipos que vio la NBA.

La temporada siguiente presentó una particularidad. El equipo angelino mejoró su récord a un 58-24, pero terminó segundo en el oeste ya que apareció un rival en Sacramento Kings (61-21). El camino a las finales volvió a ser sencillo: 3-0 a Blazers; 4-1 a Spurs.

Sin embargo, el cruce con la franquicia californiana fue complicadísimo. Los Kings tuvieron la chance de escaparse a un 3-1 en el cuarto punto de la serie, pero un triple milagroso de Robert Horry permitió igualar la historia. Sin un claro dominador, los primeros tuvieron la oportunidad de frenar a los de Jackson, pero el poderío del equipo se sumó a muchos cobros dudosos por parte de los árbitros para forjar el camino al séptimo juego. El sexto asalto de la serie fue uno de los partidos más controversiales de la historia de la NBA.

 

El partido definitorio tuvo a unos Lakers muy abucheados en Sacramento, pero que terminaron logrando su cometido. Jackson supo mantener al equipo unido ante la adversidad y este consiguió un 112-106 en tiempo suplementario para festejar ante los de Rick Adelman. Tras esta batalla feroz, el combinado tuvo una de las finales más desequilibradas de la historia, consiguiendo un fácil 4-0 sobre los New Jersey Nets. Ese fue el tercer three-peat de Jackson en su historia, como el último de la NBA desde 2002.

UN NUEVO RIVAL Y CONVULSIONES INTERNAS

Los Spurs emergieron para frenar el dominio de los Lakers.
Los Spurs frenaron la racha de los Lakers en 2003 (FOTOGRAFÍA gentileza de San Antonio Express-News).

Lo que siguió a la tercera conquista de los Lakers fue un gran listado de escándalos que fueron dinamitando la salida de Phil Jackson. En primera instancia, el verano del 2002 se vio marcado por el fracaso de Estados Unidos en el Mundial de Indianápolis. El equipo de George Karl fue eliminado en las semifinales por Argentina, con un estupendo Manu Ginóbili que se sumó a los San Antonio Spurs.

El conjunto texano, que hasta ese entonces había sido dominado por los angelinos en Playoffs, supo sortear el obstáculo. El par de O’Neal-Bryant ya no estaba tan unido, pero el equipo se las ingenió para alcanzar un 50-32. Eliminó a Minnesota Timberwolves (4-2) en la primera ronda, pero no pudo con el elenco de Gregg Popovich en la siguiente instancia. Un 4-2 lo dejo con las manos vacías y unas tempraneras vacaciones en 2003.

Como si el bajón dentro de la cancha hubiese sido poco, la situación empeoró aún más con el escándalo de abuso sexual de Kobe Bryant. El 2 de julio del 2003 fue acusado de abusar de una trabajadora de 19 años del hotel ‘The Lodge and Spa at Cordillera’ en Eagle, Colorado. El escolta aceptó mantener relaciones sexuales con ella de inmediato, pero negó que se trató de un abuso. Las pericias indicaron que las marcas en el cuello, espalda y pecho de la víctima eran propias de un abuso. El proceso judicial finalizó en marzo del 2005, cuando hubo un acuerdo económico entre las partes por 200 mil dólares.

El escándalo de Bryant incidió en el rendimiento de los Lakers, que en 2004 buscaron replantear su equipo con las llegadas de veteranos como Karl Malone (40), Gary Payton (35) y Horace Grant (38). Si bien Jackson pudo hacer el trabajo necesario para que el equipo termine la fase regular con un 56-26 y retorne a las finales de la NBA, Detroit Pistons dominó con un 4-1 para negarle la chance de título.

Phil Jackson renunció ante el reordenamiento de la franquicia en 2004, pero retornó al año siguiente para hacerse cargo de un equipo que ya no contaba con Shaquille O’Neal.

EL CAMINO DE REGRESO A LAS FINALES

Pau Gasol, clave en el resurgimiento de los Lakers (FOTOGRAFÍA gentileza de Bleacher Report).

La salida de O’Neal dejó a los Lakers muy golpeados. No ingresaron a los Playoffs en 2005 (34-48) y apenas pudieron lograrlo en el primer año de regreso de Phil Jackson. El entrenador tuvo a Kobe Bryant, pero un plantel flojo alrededor del escolta. 45-37 y una tempranera eliminación a manos de los Phoenix Suns (4-3) de Mike D’Antoni. El equipo de Arizona luego llegó a las finales, aunque se quedó con las manos vacías ya que no pudo sortear al Miami Heat de Dwyane Wade y Shaquille O’Neal.

La 2006-07 fue todavía más complicada. Kobe Bryant recibió una tentadora oferta para jugar en los Detroit Pistons, pero Phil Jackson logró convencerlo de continuar. Tres triunfos menos en la fase regular (42-40) y una ventaja mayor de Phoenix (4-1) en la primera ronda. A pesar de esto, el entrenador tuvo un hito. El 7 de enero del 2007 venció a los Dallas Mavericks para ser el séptimo entrenador en alcanzar los 900 triunfos en partidos de fase regular de la NBA; y el más rápido en lograrlo (1264 encuentros).

La temporada 2007-08 llegó con muchos cambios para Los Ángeles Lakers. La franquicia recuperó a Derek Fisher, quien había integrado el equipo del tricampeonato de comienzo de siglo. También sumó a Trevor Ariza, quien tenía poco rodaje en el Orlando Magic, vía traspaso. A la par, se hizo con los derechos de Javaris Crittenton y Marc Gasol a través del Draft 2007, pero en el ocaso de la fase regular los envió a Memphis Grizzlies junto a varias piezas y dos selecciones futuras de segunda ronda para sumar a Pau Gasol. El hermano de Marc era la pieza que tanto le faltaba al equipo para tener poderío interno, visión de juego y una segunda espada confiable para Bryant.

«Pau comprendió nuestro sistema de juego en apenas dos semanas. Es versátil, móvil, tiene buenas manos y convirtió nuestro juego en ataque en dinámico», señaló Phil Jackson a Sam Smith en una entrevista en 2014. A lo que añadió: «Es un jugador de 2,10 metros que fue capaz de jugar de pívot y de ala pívot durante su carrera. Puede postear como hombre alto en la pintura; y jugar abierto con efectividad y criterio. Culmina los contragolpes y es capaz de liderarlos. Además tiene mentalidad de pasador para encontrar al jugador libre». Para el Maestro Zen, el oriundo de Barcelona siempre fue y será un jugador digno de salón de la fama en la NBA.

El equipo fue de menor a mayor y tuvo su punto más alto tras la llegada del europeo. Ganó 27 de los 31 partidos que disputó y finalizó con una marca de 57-25 para volver a los Playoffs con la mejor marca del oeste. Tachó a Denver Nuggets (4-0); Utah Jazz (4-2) y San Antonio Spurs (4-1) para retornar a las finales por primera vez desde 2004. No obstante, el elenco se topó con unos Boston Celtics letales de la mano del póker estelar de Rondo, Allen, Pierce y Garnett. La franquicia batalló hasta donde pudo, pero cayó ante su archirrival por 4-2. La derrota fue dolorosa, pero el equipo había dado con la fórmula para volver a sus mejores épocas.

¿UN NUEVO THREE-PEAT?

Los Lakers tuvieron chances reales de conseguir un triplete en el cierre de la década (FOTOGRAFÍA gentileza Sporting News).

El equipo gozó de buena salud en la temporada 2008-09 y fue sencillamente aterrador. El combinado californiano ganó 65 de los 82 partidos de la fase regular para ser indiscutiblemente el mejor de la etapa. Houston Rockets (4-3) se le plantó como el gran escollo en el camino a las finales dentro de las semis de conferencia. En ese séptimo juego, Pau Gasol demostró el valor que Jackson siempre le dio: 21 puntos, 18 rebotes y 3 tapas. El par de Utah Jazz (4-1) y Denver Nuggets (4-2), en primera ronda y finales de conferencia respectivamente, no estuvo ni cerca de presentar el mismo desafío que la franquicia texana.

 

El Orlando Magic intentó irrumpir el paso de los Lakers a la gloria, pero no hubo caso. Un joven y poderoso Dwight Howard no bastó para frenar a una ofensiva aceitada con intérpretes en altísimo nivel. Kobe Bryant promedió 32,5 puntos, 7,4 asistencias, 5,6 rebotes, 1,4 robos e idéntica cantidad de tapas para ser el MVP de una serie que finalizó 4-1.

La 11° conquista de Phil Jackson como entrenador llegó al año siguiente. La franquicia incorporó a Ron Artest para profundizar su rotación y marchó como candidatazo al título durante todo el camino. 57-25 en fase regular; 4-2 al Thunder; 4-0 al Jazz y 4-2 a los Suns para meterse nuevamente en la definición. Tuvo la revancha tan deseada ante los Boston Celtics.

La serie fue parejísima de principio a fin, con varios de los mejores partidos por parte de las estrellas de los dos equipos. Boston tuvo una rotación de ocho jugadores contra una de casi siete por parte de Los Ángeles. Esos descansos favorecieron a los de Massachussets en los primeros cierres de los encuentros. Sin embargo, Jackson supo ajustar en los momentos claves para marcar el camino hacia un séptimo encuentro en Los Ángeles. Allí, el equipo tuvo su premio a no entregarse y logró el título de la mano del tridente de Bryant, Gasol y Artest.

EL ADIÓS DE PHIL JACKSON

Si bien Jackson apuntaba a retirarse al terminar la temporada 2009-10, decidió darle una oportunidad más a los Lakers y ver si podía conseguir un cuarto three-peat. El equipo arrancó la temporada de forma auspiciosa con un 57-25 que los colocó como segundos, únicamente por detrás de los San Antonio Spurs (61-31).

Sintieron el paso de los años en la postemporada. Tuvieron que lidiar con unos jóvenes New Orleans Hornets liderados por Chris Paul y necesitaron de un sexto juego para avanzar a la siguiente instancia. Allí se midieron con los Dallas Mavericks y no tuvieron una chance remota de avanzar. Los texanos dominaron de la mano de un letal Dirk Nowitzki para conseguir un apabullante 4-0. Más tarde, los de Rick Carlisle se alzarían con el título al sorprender al Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh.

Tras el último partido le preguntaron si volvería a Los Ángeles Lakers bajo otro rol. «Cuando me vaya, no creo que alguien de los Lakers me llame para pedir algún consejo», respondió con su característica sonrisa que decía todo. El entrenador dejó entrever que tenía una mala relación con la familia Buss, la familia dueña de la franquicia.

EL FIASCO

Phil Jackson tuvo un paso olvidable como GM de los Knicks (FOTOGRAFÍA gentileza New York Times).

Phil Jackson tuvo que esperar hasta marzo del 2014 para tener su chance como gerente general, pero esto no fue en Los Ángeles Lakers, sino en New York Knicks. La franquicia que lo vio crecer como jugador hizo un movimiento desesperado para intentar calmar las aguas turbulentas de décadas plagadas de fracasos. El maestro Zen recibió a un plantel que contaba con Carmelo Anthony como su gran estrella.

A fin de cambiarle la cara a la franquicia, Jackson decidió despedir a la mayoría de los entrenadores de los Knicks. Eso incluyó a Mike Woodson, quien había tenido su primer año sin Playoffs después de tres temporadas. Lo reemplazó por Derek Fisher, que contaba con nula experiencia en el cargo, ni tampoco se había desempeñado como asistente. El objetivo era instaurar el triángulo ofensivo que les había dado éxitos en Los Ángeles.

El resultado de los movimientos de Jackson fueron sencillamente desastrosos. El sistema ofensivo estaba desactualizado y Fisher no tenía las herramientas suficientes para renovarlo en función de la realidad del básquetbol del 2014. Además, había traspasado a Tyson Chandler a Dallas Mavericks pensando en una reconstrucción y en el camino despidió a Amar’e Stoudemire, el segundo mejor jugador del equipo, por su problema de lesiones. Así, vivenció la racha de 13 derrotas consecutivas (la peor de la historia de la franquicia) y tuvo el peor récord de la historia de los Knicks (17-65).

Producto de su pésimo año, tuvo la chance de elegir cuarto en el Draft 2015 y se inclinó por Kristaps Porzingis, un letón desconocido por los neoyorquinos que fue abucheado en la noche de su selección. El europeo luego demostró ser un ala-pivote acorde al básquetbol moderno, siendo así aclamado por ellos; e hizo méritos para ser parte del quinteto ideal de novatos. Por fuera de esto, Derek Fisher condujo a un nuevo equipo disfuncional hasta marzo antes de ser despedido para la llegada de Kurt Rambis. Una marca de 32-50 que sumado a los problemas ajenos al plantel profesional siguió haciendo mella en los fanáticos.

La franquicia lo empujó a buscar talento de cara a la 2016-17 y Phil Jackson fichó a veteranos conocidos. Derrick Rose comandó el listado de veteranos exitosos en el pasado que invitaron a una leve ilusión antes de chocar con la realidad. John Hornacek fue el entrenador de otro equipo disfuncional que finalizó la campaña con un 31-51.

Lo que terminó de detonar la salida de Phil Jackson fue su pelea con Kristaps Porzingis. El gerente general manifestó que el letón no tenía la ética de trabajo necesaria para destacarse en la NBA, y que tenía un cuerpo rígido, poco trabajado, con gran exposición a lesiones. El europeo, que estaba enojado por la falta de competitividad del equipo, le había declarado la guerra públicamente. Jackson respondió a los medios señalando que habría que considerar todos los escenarios, deslizando así la posibilidad de un traspaso para aprovechar su gran valor. Esa fue la gota que rebalsó el vaso para la gerencia de los Knicks, que decidió despedirlo.

Curiosamente, Porzingis tuvo los problemas físicos que Jackson vaticinó y los Knicks lo traspasaron a los Mavericks por Dennis Smith Jr, dos picks de primera ronda bastante bajos y dos contratos expiring en febrero del 2019.

CONCLUSIÓN

Phil Jackson será recordado como uno de los mejores entrenadores de la historia. Sus herramientas para conducir equipos permitieron controlar a los mayores egos de los que vio la liga y supo controlarlos para armar equipos con prioridad colectiva sobre individual. Once anillos como entrenador, dos como jugador y un paso olvidable como gerente general marcaron su camino en la liga.

Recibió galardones de todo tipo, tanto dentro como fuera de la NBA. Sin embargo, el mayor reconocimiento es haber sido un modelo a seguir para entrenadores venideros. Todos quieren controlar a un equipo y hacerlo tan exitoso con la alegría, tenacidad, mirada al detalle y carisma como la que tuvo el verdadero señor de los anillos.

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